viernes, 14 de diciembre de 2012

Vanesa Martín sintiéndonos de cerca

Los instantes previos al concierto, en los que se mezclan la incertidumbre ante el directo y las ganas locas de darle rienda suelta a los sentimientos, hacen que mi estómago se convierta en un revoltillo de mariposas que desean ser liberadas con cada canción. Con puntualidad impecable apareces en el escenario, rodeada de maestros que te arropan y te engrandecen con cada sonido que al unísono hacen que suene de maravilla. El pianista parecía que acariciaba las teclas del piano como si de una mujer se tratase, con mimo, con fuerza, con ganas. La percusión iba al compás de los corazones más acelerados a veces y un poco más lento en otras ocasiones. El bajista acompañaba las canciones con el ritmo de su propio cuerpo que hacía que el bajo y él fuesen uno. Si hay que elegir apuesto por tu manera de interpretar las canciones, las manos abiertas en cruz o cerradas arrullándote a ti misma, el brillo de tus ojos o tu mirada perdida, tu caminar apresurado o suspendido en el aire como las notas musicales que se quedan a medio camino entre la obra de arte y la perfección. 



"A la deriva" me sorprendió por su cariz desgarrador e innovador, por ser un descubrimiento para mí esa noche. "Ya no más" interrupciones es lo que yo declamaba cuando la mitad del público disfrutaba del concierto a través de un móvil que nos impedía a los demás verte de frente, mirarte y disfrutarte a tiempo real. "La ropa desordenada" consiguió que me trasladase a un pasado en el que sus camiseta y las mía caían al suelo a la par entre un caos buscado y deseado. Con "si me olvidas" se puso en evidencia que no estábamos dispuestos a dejarte escapar que entramos en bucle y proclamamos una y otra vez un estribillo con magia al mismo tiempo que te reías de nosotros con sorna y complicidad." 90 minutos" es una cantidad que coincide con lo que dura tu actuación y que refleja que cuando lo bueno se condensa en poco tiempo hace que resulte inolvidable y que te deje huella. Con "el tren de la cordura" me volví un poco loca y dejé que mis pies saltasen reclamando risas y revuelo que consiguieran alejarme de la vida real. Un momento clave fue sin duda "durmiendo sola", la bajada de micro con elegancia y tu voz envolviendo el anfiteatro y cerrando el círculo que hace que las canciones cobren vida. Incomparable cuando aun despidiéndote de todos volviste y reconociste que no eres una experta tocando el piano pero sino una experta en silenciar por completo al público, en hacer que el mundo deje de girar mientras las lágrimas a más de uno, nos resbalan por los ojos al dejarnos acariciar con tu voz el alma.


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