martes, 14 de octubre de 2014

Desorden de sentidos

Mi boca te acaricia la piel, es mi piel la que habla el idioma de tu esencia. Mi nariz ve en los sonidos de tu cuerpo el motivo perfecto para no dejarte ir. Mis ojos oyen los latidos de tu corazón, es el mío el que sopesa los desatinos. Y es mi mente la que siente que tu cuerpo es sólo mío. 
Un desorden de sentidos, un intercambio de funciones cuando sobran argumentos para capitanear este barco que fue rescatado de la deriva. Navegan las emociones por mi cuerpo, recorren cavidades y descubren océanos que se desbordan con tus caricias. 
Salen a tu encuentro mis ideas, se congela la arena y arde la nieve ante tu ausencia, ausencia que capea temporales de viento huracanado y lluvias en Agosto, que atrae el sol en Febrero y aumenta temperaturas al cambiar de calendario. 
Que mis sentidos reclaman tu alma, que mi lengua crea olores de tus lunares y mis dedos saborean tu perfume tiñiendo de primavera mis desvelos. Voces que se cruzan, miradas que hablan de dos, tiempo de amar y amores que se entregan en melodías escritas al caer el sol.

miércoles, 1 de octubre de 2014

La profundidad de su pupila

Acuartela sus ganas debajo de su ropa, se deshace con sudores fríos de los límites de su cuerpo y proclama un deseo vital de seguir experimentando.
Sacude de su mente ese constante echar de menos, se aprende de memoria el susurro de sus te quiero y amanece entre sueños de letras que le llevan a ella. 
Rememora las curvas que separan sus almas, se estremece con las caricias que se instalan en el recuerdo y proyecta su deseo en sensaciones descritas. 
Tropieza de lleno con el lento fluir del tiempo, se reafirma en sus ganas de tenerla a su lado y deshace sus pesadillas en trocitos de papel.
Visualiza de memoria su silueta de perfil, se imagina un futuro de ilusiones compartidas y acude cada noche al sonido familiar de su voz.
Padece con desvelo las peleas internas, se traslada a un punto de tiempo en común y accede con miedo al remolino de su insistencia. 

Secuestra sus ganas de besos robados, se pasea de puntillas entre sus lunares y padece su desnudez teñida de miel. 
Aprende que se pueden besar los párpados con suavidad,
que el brillo de los ojos nace desde el alma, 
que el color varía al adentrarse en las emociones
que hay relaciones más efímeras que el pestañeo
y amores tan intensos como la profundidad de las pupilas
y acaba deduciendo de su mirada un lenguaje solo escrito para ella.