viernes, 23 de abril de 2010

Metamorfosis y Maeloc



Después de darle mil vueltas a la posibilidad de ir sola a un concierto y de tomar la decisión de que así fuera, he de decir que no me arrepiento, al contrario lo volvería a hacer una y mil veces más.

Tantas sensaciones distintas que recorrían cada poro de mi piel, cada huequecito de mi alma, notas que se colaron en mi memoria trasladándome a un ayer pero con la mirada puesta en el mañana. Tantas emociones diversas que me llevaban a recrearme en una letra, a perderme en un acorde y a cruzar una mirada con alguien especial. Me descubría a mi misma sintiendo esa conexión especial que dura tan sólo un segundo pero que para olvidarla se necesitará más de una sidra de Maeloc.


porque sin ti no sería lo mismo, QQ... ¡GRACIAS!

miércoles, 21 de abril de 2010

Mis fantasmas

Cuando se mezclan los fantasmas del pasado con las notas músicales da como resultado una canción que vagaba por los recuerdos y sonaba cada vez que alguien se atrevía a llamarme. Un año atrás creía que el mundo se acababa entre cuatro paredes, pero salí y aquí estoy, soy otra persona desde entonces.

The story, Brandi Carlile

All of these lines across my face
Tell you the story of who I am
So many stories of where I've been
And how I got to where I am
But these stories don't mean anything
When you've got no one to tell them to
It's true...I was made for you
I climbed across the mountain tops
Swam all across the ocean blue
I crossed all the lines and I broke all the rules
But baby I broke them all for you
Because even when I was flat broke
You made me feel like a million bucks
Yeah you do and I was made for you
You see the smile that's on my mouth
Is hiding the words that don't come out
And all of my friends who think that I'm blessed
They don't know my head is a mess
No, they don't know who I really am
And they don't know what I've been through like you do
And I was made for you...
PD: Te lo dedico a ti, personaje de Hamlet, aunque sepa que nunca llegarás a leer este blog...

lunes, 19 de abril de 2010

Al final del camino...

Como expresar lo que sentí al ver a una persona agarrarse a un suspiro de oxígeno para sobrevivir, cuántos fantasmas había enterrados en mí que resucitaron en un instante casi al mismo tiempo en el que mis neuronas bloquearon el pensamiento para no sentir. Nunca había visto a nadie tan consumido, tantos huesos que sobresalen marcando su punto de referencia en el esqueleto.
Dicen que el sufrimiento de una persona se puede medir preguntándole cómo de pesado se le ha pasado el día, si el tiempo pasa para ellas lento es señal de que el dolor es intenso y si pasa rápido significa que la calidad de vida aún puede ser nombrada.
La verdad que una persona como esta merece el reconocimiento de todos como una abuela 10 que no sólo acoge bajo sus alas a sus nietos de sangre sino que bautiza como propios a otras personillas como yo.
No hay que hacer apología de la dignidad ni descartar el no por respuesta, pero me indigna saber que hay sin nombres que se acercan al final de los dias de alguien para paliar los errores que cometieron antaño.
No hay que curarse en salud sino cuidar al enfermo cuando aún no lo está, consolar al que sufre antes de que sea tarde. Postergar un abrazo no sirve de nada si el otro ya no tiene fuerzas ni para sentirlo.
Hay que acompañar en vida, sonreir en vida, leerle en vida, escucharle en vida porque es cuando realmente la persona aprecia esa mano amiga y compañera y se aferra a ella para construir una vida en vida.
Temor a la muerte... descartado.... temor al sufrimiento de aquellos a los que admiro, respeto, defiendo... en definitiva aquellos a los que quiero.

martes, 13 de abril de 2010

Cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da

¡Cuánta verdad hay escondida detrás de las palabras de Jorge Drexler!
Una transformación de energía entre personas, un intercambio de emociones, un ir y venir de sentimientos, direcciones que se cruzan, pensamientos compartidos, un principio con un final parecido. Y es que todo aquello que nace de nosotros, ya sea bueno o malo, regresa a nosotros transformado en otra cosa pero guardando esa esencia natural que hace que lo reconozcamos como propio.
Un inicio cargado de nerviosismo, de inseguridad, de incertidumbre, de un no saber cómo comportarse y, sobre todo, de un querer darse al otro. Un final similar, con la agitación propia de la despedida, la falta de seguridad que crea lo incierto y, sobre todo, un querer recibir del otro lo que esté dispuesto a darte.
Un círculo que vuelve, una y otra vez y que alimenta el alma a base de pequeñas dosis de felicidad. La dicotomía del todo o nada no impide sino que provoca que en esa felicidad haya también un atisbo de tristeza, ¿a quién le gustan las despedidas? Emociones que se disparan en sentidos opuestos, que nacen del mismo sitio y vuelan por el aire, libres... por fin. Un saco lleno con cada cosa aprendida, vivida, sentida. Una maleta de recuerdos que estarán en la memoria hasta que seamos cenizas. Y una foto que refleja todo aquello que fue y que siempre será porque está dentro, muy dentro que ya casi no se puede tocar con los dedos.