sábado, 25 de febrero de 2012



Nada hacía presaguiar este final tan irreal más propio de las obras de los hermanos Álvarez Quintero que de los escritores de segunda categoría. El decorado roído y descosido en partes iguales a ambos lados del manido escenario y falto de alma que se encontraba a los pies del protagonista. Nunca antes el actor se había desgarrado las vestiduras emulando un desengaño anunciado con esa música ténue, lenta y casi etérea. La soledad como única compañera de escena se atrevía a mirarlo de soslayo con una mirada penetrante y sincera con un ápice de desazón y tristeza. Las úlimas palabras del guión se le quedaron atravesadas en la garganta, enclavadas en su boca y se resistían a dejarse llevar por el aire. Se negaba a despedirse del público con semejante frase que pusiese un punto y final a la historia jamás contada, en vez de eso, sacó su petate bebió un sorbo y escupió sus pensamientos más certeros con entereza y buen hacer. Deslumbró por si mismo sin florituras, daba igual si el decorado se caía a pedazos y si la música se hacía cada vez más silenciosa, el público al unisonó emudeció, se puso en pie y aplaudió. El sonido del auditorio se quedó grabado en sus entrañas, en cada poro de su piel, en cada centímetro de su inhumana existencia.

jueves, 23 de febrero de 2012

TU MANO SOBRE MI MANO



Demasiado tiempo atrás tu llorabas de alegría al tenerme por primera vez en tu regazo, pequeñita, sonrojada, inocente y ajena a tanto amor que crecía en ti tan sólo mirándome mientras yo me agarraba a tu dedo buscando tu calor. Dias atrás cuando llegaba llorando de la calle tras haberme caído con la bicicleta y te faltaban manos para curarme y tranquilizarme, a la vez que me acunabas como si fuera aún más niña.


Me acuerdo también de aquel primer San Valentín en el que llegué a casa orgullosa con una rosa en la mano y tu me cogiste bien fuerte de la mano y me dijiste que a las princesas ningún príncipe osará a romperle el corazón y que si así fuese y el principe resultase ser una rana podría regresar, de nuevo, a casa. Hace tiempo de ese desengaño amoroso en el que con ojos llorosos intentando tapizar tu dolor acudiste a mi encuentro para darme tan sólo lo que necesitaba, un abrazo.


No es menos cercano el minuto en el que te llamé al movil llorando de pura euforia para decirte que ibas a ser abuela de la criatura más maravillosa del mundo. Muy lejano también los dias en los que entrevista tras entrevista de trabajo obtenía por respuesta un "lo siento, no ha sido usted la elegida" y me recordabas que las personas valiosas y que pisan fuerte sin pisar a otros acabarán encontrando su sitio.


Hace años sí, muchos, pero de nuevo y esta vez en mi casa, acoges mi mano entre las tuyas y me dices sin palabras que MADRE NO HAY NADA MÁS QUE UNA que me qusistes, me quieres y me querrás por ser simplemente TU HIJA.

lunes, 6 de febrero de 2012

Explosión incierta



Ver tu vida suspendida en el aire, a punto de explotar justo enfrente tuya sin ni siquiera darte la oportunidad de elegir el sitio de la explosión. Contemplar de cerca tu destino a duras penas mientras imaginas un futuro incierto a dos millones años luz de aquello que siempre soñaste. Intentar darle al botón de apagado para refugiarte en un lugar con chimenea, libros y la soledad de la nada más absoluta. Ahuyentar los miedos a golpe de viento, alejándote de ese hielo que se ha instalado en tus entrañas y no te deja apenas respirar. Nada que ver con las promesas hoy hechas pedazos que contemplas a tus pies, deshechas por puro azar, sin remedio, sin control, sin sentido. Un poco de esperanza que se cuela por la ventana que sacudes a base de incertidumbre con la mirada puesta en una señal que no llega, que desespera, que te hace abandonarte en ese mar de dudas que hoy es tu cerebro. Nadie está preparado para la derrota pero sí para construir de nuevo, desde el principio o, mejor, desde la mitad del camino recorrido, desde lo aprendido con los años de sufrimiento y de triunfos.