martes, 6 de marzo de 2012

Crónica de una caída revelada

Parece ser que nadie se libra de esta época tan injusta que nos ha tocado vivir, que los negocios familiares están siendo arrasados por las grandes marcas que innovan a golpe de talonario y visaoro. La política de las pequeñas empresas se repite como si fuese un guión preprogramado, expediente de regulación de empleo, reducción de jornada laboral, cobrar la nómina en dos partes, en definitiva trabajar más tiempo, más duro y por un sueldo inferior. Los comercios empiezan a ahogarse pues la seguridad social de sus empleados acaba con sus excedentes y lo que antes fueron tiempos gloriosos han dado paso a un momento de crisis en el que muy pocos consiguen mantenerse a flote. Los trabajadores con más antigüedad tienen la ventaja de recibir más dinero por año trabajado pero también el inconveniente de verse de patitas en la calle a una edad en la que no volverán a encontrar un empleo, al menos no con condiciones parecidas a las que tenían en su antigua empresa. Los más jóvenes apenas contarán con tres o cuatro meses de paro eso sí su juventud le hará encadenar trabajos temporales hasta que alguien, con fortuna (suerteydinero), les haga un contrato mejor. Sin mencionar que algunas de esas personas son el sustento principal de la familia, con sus miembros estudiando o en búsqueda de un empleo que les permita seguir adelante. No es menos cierto que ha habido tiempos peores económicamente hablando y que gracias a ellos, el país y la gente de a pie ha salido fortalecida, ha florecido la creatividad y la versatilidad de las personas. Es por eso por lo que no quiero ver el lado negativo de los tiempos de crisis sino quedarme con la sensación de que todo lo que sucede conviene y que al final esto será sólo una etapa más en eso que llaman vida.

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