martes, 6 de noviembre de 2012

Tu revuelo es mi desorden.

A cuenta de una canción en una tarde lluviosa de otoño te ves en la tesitura de aparecer en mi vida como un fantasma que aún sigue vivo pues lo resucitas cuando te viene en gana, cuando necesitas saber quién eres. Te tomas la licencia, por propia voluntad, de desordenar mis pensamientos con un golpe de efecto que sólo tú sabes dar. Arremetes contra lo más hondo de mí, sacando a la luz un pasado compartido, haciendo patente un presente que desconozco y un futuro que te empeñaste en no trazarlo en paralelo, junto a mí. Destapas la caja de Pandora, remueves hasta las aguas más calmadas y pretendes que me quede en impasse que no responda con cariño, que no haga patente mi frustración por no tenerte y desearte aun sabiendo que ya no eres mío. 

Ve a otra con la historia interminable y déjame a mí el honor de poner el punto y final que estoy cansada de los punto y seguidos que sólo hacen alargar la agonía de no ver tu ropa arremolinada en mi armario. Ahórrate el esfuerzo de agitar mis sentimientos a tu antojo que yo me iré tan lejos de ti hasta que te sea imposible tenerme a mano. No hace falta que te empeñes en detener mi tiempo para que tú hagas y deshagas lo que quieras. No te enraíces de nuevo y no te enredes en mi día a día, deja un hueco libre para que entre el aire para que pueda respirar cuando tú no mires. 

Por favor, déjame que siga con mi vida, qué deje atrás lo sentido por muy alto que tocásemos el cielo juntos. Porque de tanto ir y venir y de tanto no querer que esto muera, se ha ido marchitando un trozo de mí y me has dejado seca. Que se me ha olvidado lo que es querer y que mucho menos le he permitido a nadie que me quiera: Que me quitaste el privilegio de entenderte y me cerraste la puerta del paraíso. Date media vuelta corazón cobarde y sigue con tu vida que orgullosa estoy de haber conseguido seguir viviendo la mía.  Porque ya no soy la que era, ni mi reflejo ni mi sombra, que ahora soy más fuerte y valiente y quiero tomar la iniciativa. Quiero elegir quién va a dejar sus zapatos debajo de mi cama, quién va a alumbrarme a media noche y quién va a arroparme cuando decaiga. Yo sola recordaré lo que es querer o, mejor, le daré la oportunidad a alguien de que me lo haga ver. Seré yo la que le permita traer el desayuno a la cama, despedirme con un beso y hacerme tan feliz que me den ganas de acabar el día entre sus brazos, sin miedos, con mimo, sin compasión y con pasión. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario