viernes, 26 de octubre de 2012

Siendo sin ser ni sabiéndolo.

No quiero a mi lado alguien que aprecie la lectura del mismo modo que yo pero sí a esa persona que apague la luz de mi mesita de noche cuando Morfeo me sorprenda con un libro en la mano. De nada me sirve que alguien tenga un don para encadenar palabras sino es capaz de sonrojarse al leerme entre líneas. 
Rechazo a cualquiera que defienda la Psicología como un dogma a no ser que se quede sin habla cuando desgrano mis casos sorbiendo una copa de vino. Desapruebo los madrugones por compromiso pero acepto a mi lado a alguien que me de los buenos días con un beso y siga durmiendo a pierna suelta. 
No quiero un obseso del deporte pero sí un amante de la vida sana. Me niego a aceptar una lealtad por obligación pero sí me gustaría una fidelidad por deber moral. Aborrezco a aquel que se empeñe en grabar los CDs de su coche a mi gusto pero sí que sepa darle al play con la canción adecuada. 
Detesto a quien hace del orden una forma de vida pero sí quiero que respeten mi manera tan cuadrada de soportar el caos del mundo. Descarto a quien pretenda que haya fuegos artificiales a diario pero admito como compañero a quien sepa sacarle brillo a la oscuridad. 

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