lunes, 14 de marzo de 2011

Autodestrucción


Es la lucha constante por dar el cien por cien lo que te hace perderte en el intento, es esa competición con una misma la que te impide crecer, es ese deseo de mejorar por encima de cualquier cosa lo que desequilibra la balanza, es la búsqueda de la perfección lo que te lleva a la autodestrucción. Una perfección que te ahoga y te asfixia, que te ata y te remata, que te hunde en el fango y destruye cuanto de belleza había dentro de ti. Una autodestrucción con forma de voces en tu cabeza, con mensajes chantajistas que distorsionan la realidad, afilan la navaja y la dirigen hacia lo más hondo de tu ser, voces exigentes, prepotentes, inteligentes y vengativas con un solo fin que caigas en la tentación y comiences a creértelas, a ponerlas como lemas en tu vida y como motivo de ser en el mundo. A pesar de las voces y de la búsqueda de la perfección diaria, llega un día en el que te miras en el espejo y no te reconoces, has dejado de ser un cisne y ya sólo aparecen plumas negras; puedes ver un brillo en tus ojos, una gota de esperanza en el reflejo de tu imagen en el espejo. Sólo una señal apenas perceptible pero que te hace cambiar de chip, redirigir el rumbo e incluso cambiar de dirección e iniciar otra búsqueda, bien distinta a la anterior, que te permita soltar las alas, esconder las plumas negras, cambiarte de maillot y teñirlo de blanco, blanco puro, blanco esencia, blanco libertad…

No hay comentarios:

Publicar un comentario