viernes, 10 de septiembre de 2010

Indescriptible...

Vanidad, despotismo, soberbia, superioridad... machismo, como pueden unirse estas cinco palabras en el mismo contexto, en la misma historia, en el mismo instante cuando dos personas se encuentran. No tiene sentido reclamar lo que por derecho corresponde, cuando lo que duele es el alma y esa fiel compañera de viaje no se sana por derecho sino por deber moral. Cuando la duda nos corroe y el miedo nos impide avanzar, la supervivencia habla por si sola, se posiciona de un lado de la balanza y toma ella sola la iniciativa. De repente, aunque con el paso de los años, aparece ante ti la posibilidad de cambiar de dirección, abrir las ventanas para respirar, salir a la calle para descubrir que la edad no perdona pero siempre hay un hueco en algún rincón, dónde las heridas empiecen a cicatrizar, dónde el rencor de paso a la ilusión, dónde lo amargo se vuelva un poco más dulce y dónde la dignidad permanezca por encima de todo y custiodada por el respeto a lo humano, el valor más sagrado, la utopía de la decedencia.

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