
Cogida de tu mano no le temía a la oscuridad, ni dudaba que podía sacar un 10 en matemáticas, no vacilaba a la hora de parar un penalti ni me achantaba ante los "mayores".
Cogida de tu mano me sentía en paz, segura, soñaba despierta y dormía tranquila, le susurraba a la ovejita que tenía el mejor padre del mundo y era capaz de imaginar un
a vida completa a tu lado.


Me soltaste de la mano y te quedaste un paso detrás de mí, mirándome de cerca y vigilando que seguía intentando mojarme los pies en el agua.
Me soltaste de la mano y te aseguraste que miraría de frente a los hombres, a los ojos, y no agacharía a nadie la mirada.
Me soltaste la mano y te atreviste a que cayera, a que sufriera, a que temblara, a que venciera y, que al final,
dejara de ser tu niña para ser simplemente tu hija.

Como todo lo blanco se vuelve negro con el tiempo y hasta las flores más bellas se marchitan, el mar se llevó tu sal y me dejó a mí sin el sonido insaciable de las caracolas.
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