miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cogida de tu mano todo era posible, alcanzar el sol con los dedos y no quemarse, quedarse dormida en un milímetro de sillón, contar ositos de gominolas mientras le das de comer gusanitos a las palomas.
Cogida de tu mano no le temía a la oscuridad, ni dudaba que podía sacar un 10 en matemáticas, no vacilaba a la hora de parar un penalti ni me achantaba ante los "mayores".
Cogida de tu mano me sentía en paz, segura, soñaba despierta y dormía tranquila, le susurraba a la ovejita que tenía el mejor padre del mundo y era capaz de imaginar una vida completa a tu lado.






Me soltaste de la mano y te quedaste un paso detrás de mí, mirándome de cerca y vigilando que seguía intentando mojarme los pies en el agua.
Me soltaste de la mano y te aseguraste que miraría de frente a los hombres, a los ojos, y no agacharía a nadie la mirada.
Me soltaste la mano y te atreviste a que cayera, a que sufriera, a que temblara, a que venciera y, que al final, dejara de ser tu niña para ser simplemente tu hija.




Como todo lo blanco se vuelve negro con el tiempo y hasta las flores más bellas se marchitan, el mar se llevó tu sal y me dejó a mí sin el sonido insaciable de las caracolas.

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