jueves, 4 de abril de 2013

¡Alto, respira!

Ataviada con su mejor sonrisa caminaba a solas por esa ciudad desierta a primera hora de la mañana, contando mentalmente los minutos de libertad que se había regalado el día anterior. 
Respira, disfruta. No alteres el ritmo de tus pensamientos, no aceleres el cambio, espéralo. 

Desnudaba con inteligencia cada uno de los recuerdos que asomaban por su alocada cabeza, tratando de averiguar el momento exacto en el que dejó de sentirse presa. 
Siente, sopesa. No juzgues de antemano, no des batallas por ganadas, contempla su derrota, caerá. 

Acariciaba los resquicios de su memoria, palmo a palmo, como si de un laberinto de emociones incompletas se tratase, anotando en su libreta imaginaria cuántas ilusiones se había permitido alcanzar. 
Alerta, contempla. No analices tus notas mentales, no oprimas tu mente, déjate vivir, aparecerá.

Deshilachaba los sobresaltos que su corazón joven e inexperto, había sufrido siendo niña cuando ya jugaba a ser mujer, esperando encontrar la palabra intrusa que le había hecho empezar desde cero.
Para, confía. No corras sin más, no contemples con nostalgia el pasado, revive el presente hasta el ocaso cuando ya pueda hablarse del ayer y te encuentres instalada en el mañana, sobrevivirás.

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