lunes, 19 de abril de 2010

Al final del camino...

Como expresar lo que sentí al ver a una persona agarrarse a un suspiro de oxígeno para sobrevivir, cuántos fantasmas había enterrados en mí que resucitaron en un instante casi al mismo tiempo en el que mis neuronas bloquearon el pensamiento para no sentir. Nunca había visto a nadie tan consumido, tantos huesos que sobresalen marcando su punto de referencia en el esqueleto.
Dicen que el sufrimiento de una persona se puede medir preguntándole cómo de pesado se le ha pasado el día, si el tiempo pasa para ellas lento es señal de que el dolor es intenso y si pasa rápido significa que la calidad de vida aún puede ser nombrada.
La verdad que una persona como esta merece el reconocimiento de todos como una abuela 10 que no sólo acoge bajo sus alas a sus nietos de sangre sino que bautiza como propios a otras personillas como yo.
No hay que hacer apología de la dignidad ni descartar el no por respuesta, pero me indigna saber que hay sin nombres que se acercan al final de los dias de alguien para paliar los errores que cometieron antaño.
No hay que curarse en salud sino cuidar al enfermo cuando aún no lo está, consolar al que sufre antes de que sea tarde. Postergar un abrazo no sirve de nada si el otro ya no tiene fuerzas ni para sentirlo.
Hay que acompañar en vida, sonreir en vida, leerle en vida, escucharle en vida porque es cuando realmente la persona aprecia esa mano amiga y compañera y se aferra a ella para construir una vida en vida.
Temor a la muerte... descartado.... temor al sufrimiento de aquellos a los que admiro, respeto, defiendo... en definitiva aquellos a los que quiero.

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