lunes, 1 de febrero de 2010

Lluvia

Hace ya unos años un buen colega me dijo que le encantaban los dias de lluvia por la sencilla razón de que podía llorar por la calle sin que nadie se diera cuenta... claro, sus lágrimas se fundirían con las gotas de agua y formarían un todo indiferenciado.
Ante un bloqueo emocional, por desgracia o de forma adaptativa, las lágrimas pueden quedarse dentro, sin querer salir del cuerpo porque fuera hace frío. Sin embargo, cuánta falta hace vaciarse de todo aquello que te impide avanzar, vaciarse de aquello que te ahoga por dentro, de aquello que te está matando sin que te des cuenta.
Muy a mi pensar, desacreditamos el poder curativo de las lágrimas, desacreditamos la fuerza que nos dejan cuando se marchan y ese calor en la piel que hace que el corazón lata más y más deprisa. Yo abogo por el llanto, pausado o a borbotones, lágrima a lágrima o en torrente porque cada gota sana el alma y deja espacio a nuevos sentimientos.


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