martes, 23 de febrero de 2010

Balances...

¿Cuál es el precio de vivir intensamente?, ¿qué sentido tiene dar el ciento por mil?, ¿por qué poner las metas altas?, ¿qué se gana con no conformarse con bajas expectativas?, ¿qué aporta aspirar a más cuando el resto se conforma con lo justo?. En resumen... ¿compensa ser esponja?
Esas y otras muchas más preguntas rondan por mi cabeza en los últimos meses, llevándome a cuestionar mi estilo de vida, mi forma de ver las cosas, mi sentido de la eficacia, mi calidad de vida, mi percepción de los logros, mi ansiedad y mi autoestima. El no dejar de pensar es lo que tiene, que me lleva a intentar buscar respuestas a por qué me comporto como me comporto o por qué pienso como pienso y, en definitiva, por qué soy como soy.
Todo lo anterior unido a un no querer dejar de aprender, a un intentar crecer como persona, a un afianzarme en aquello que creo y a superar aquello que no me aporta nada positivo. Unido al ritmo de vida cotidiano, a lo que nos viene dado y a lo que nos buscamos, unido al no parar que supone vivir, como decía antes, intensamente.
No sé hasta que punto compensa/compensará ser esponja en un mundo como este pero si una es como es no puede intentar ser de otra manera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario