En plena víspera de reyes cuando la magia se hace presente en cada esquina de la ciudad, con un frío que taladraba los huesos, apareciste como el mejor regalo del año. Envuelto en ropajes desgastados, con la suciedad incrustada hasta las entrañas y una cara desangelada que borraba tu sonrisa.
Noches en vela reclamando compañía, días maullando como los gatos y un descubrirte al mundo con ojos de niño. Incompresible el daño que se provoca por el desconocimiento, la falta de recursos o los excesos de todos menos de ti, no es cuestión de nombrar culpables sino de resarcirse de los errores pasados para aprender.
Un príncipe por sorpresa, destronado de la calle y coronado en tu nuevo hogar. Inundado de cuidados, tapando huecos, recorriendo pasillos blancos en búsqueda de mejoría hasta que tu sonrisa pillina empezó a brillar.Te ganaste a los huesos más duros de roer y te colaste por la puerta de atrás del alma de los más humanos.
Ahora, Principito, unos años más tarde, te has enfrentado a una batalla de aúpa, has salido victorioso demostrando que a los fuertes se les ve venir ya desde la cuna. Agáchate y toma la rosa, es tu premio por haber subido con éxito la montaña.
A tus pies me tienes pequeño caballero, sigue creciendo valiente.
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