La vida pasa no da tregua mientras se espera que salga el sol por las calles corren ríos de agua fría. El tiempo transcurre impasible tras largas horas de soledades en desvelo. Se acelera el pulso buscando la paz que no llega y desespera.
El tiempo pasa sin detener la caída de las hojas que caducan a la llegada de la noche. Los segundos corren y cruzan la meta sin que se decidan a saltar al vacío de la incertidumbre. No deja pie a levantarse de la caída, te deja acurrucado perdiendo el norte tratando de encontrar el sur.
La vida pasa deprisa deslumbrando al que ansía la luz que le aclare las dudas. Imparable energía que obliga a no mirar atrás, retroceder está prohibido, hay que avanzar sin miedo. El tiempo con las agujas en cruz abandona todo atisbo de reflexión, la realidad sacude a los cobardes. Los minutos tropiezan entre sí destruyen murallas que defienden lo inhumano. No dejan cabida a la negación, firmes aplauden la salida del sol, una vez más.
La vida cuánto más la aspiras más se consume y de no vivirla se vuelve etérea. Rabia encadenada a la rutina que arranca el calendario página a página. 58, 59 y una hora que se deja atrás, agita corazones que luchan por latir despacio. El tiempo no para quiere que arriesgues todo al rojo, que la noche es negra y oscura. Lánzate a las olas con el mar en tempestad que el temporal aviva las ilusiones destronadas.
Qué es la vida sino la espera de tiempos mejores que tracen puentes y diluyen las dudas. Vida que corre tupidos velos que desatan la locura, acorralan las horas y las invierten. Suenan las campanas de un año nuevo que deja atrás lo sentido. Asoman al encuentro las agujas solitarias que toman el relevo de los minutos que se duermen rendidos al sol.
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