Eran tus lágrimas presas en tu mirada lo que delataba tu estado de ánimo, más que agotada te sentía exhausta y abatida, desbordada por las noches en vela y los días de espera desesperada. A tu lado, apretando tu mano transmitiéndote mi entereza, sin necesidad de hablar acortando la distancia entre tu alma y la mía. Deambulabas entre la gente cumpliendo con los compromisos, agradeciendo a los de verdad que estuviesen ahí. Te sentabas y levantabas como si estuvieses en una noria, presa del embriagamiento del cansancio, acudiendo sin reparos, sosteniendo sin pedir nada a cambio y dejándote, a pesar de los pesares, sostener por el resto... tu familia tú pilar y tus amigos tú guía... Te rescataré sin que me lo pidas y te regañaré sino descansas ni te mimas... estaré, siempre, hasta que tu decidas.
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