Dame un segundo al día para escuchar el silencio, para disfrutar del mar en calma de mi memoria, para entregarme a la nada más pura que asoma entre las rejas de mi balcón.
Dame un segundo para respirar hondo sin sentirme presa del suspiro que se ahoga en mí, para acallar las voces que andan apresando a mi imaginación.
Dame un segundo para olvidarme de pensar en lo que vendrá, para agarrarme al aquí y al ahora sin miedo a tener la sensación de vértigo ante la inmesidad.
Dame un segundo para cerrarle la puerta al mundo, para aliarme con la luna sin traicionar al sol, para sumergirme en la pasión sin aprisionar a la razón.